El maltrato animal también es violencia.
Cuando el 1 de enero de 2018 me enteré, a través de un video en redes sociales, del brutal acto de violencia cometido por un policía quien mató a golpes con un mazo a un perro de raza Golden Retriever, en Changsha, una provincia china, me afectó profundamente no solo por el hecho de que amo a los animales sino por ser un acto vil donde el agresor, un servidor público, se ensañó de una manera sádica con un indefenso animal. La víctima no tenía forma alguna de defenderse, ni siquiera pudo correr, pues estaba encadenada.
Activistas por los Derechos de los Animales de aquel país reportaron que hubo varios testigos de lo ocurrido, incluso niños y ancianos, algunos gritaron al cruel sujeto que se detuviera, pero ante el miedo no fueron capaces de hacer más.
Las dantescas imágenes y los gritos de dolor del perro en el video permanecen en mi mente aun. No creo poder olvidar lo que vi como muchas otras personas al tanto del sórdido suceso. Esta brutalidad causó indignación en la comunidad internacional y muchos enviamos correos tanto al alcalde como al gobernador de la entidad pidiendo se castigara la violencia desmedida del servidor público, también firmamos peticiones y hemos seguido el caso. Sin embargo, aunque China ya es vista como un país capitalista, sus raíces permanecen siendo las de un estado comunista donde no existen leyes de protección a los animales y tampoco se respetan los derechos humanos, solo basta con saber de la explotación de niños y adultos en las fábricas de ese país donde las condiciones de trabajo son infrahumanas y los sueldos precarios para así vender sus productos a muy bajo costo al resto del mundo.
La respuesta de las autoridades chinas al reclamo de miles de personas consternadas por este caso ha sido alarmante, pues en lugar de castigar al delincuente uniformado, han respondido que los policías tienen órdenes de matar a los perros callejeros y lo han premiado con una medalla de honor, haciendo apología de la violencia. Esta respuesta deja nuevamente en total desconcierto a quienes buscamos justicia en un mundo ya demasiado violento.
Por otro lado, la ciencia ha comprobado que los animales como los perros y los cerdos, entre otras especies, tienen un coeficiente mental de un niño de tres años. ¿Qué tan cruel y cobarde puede ser un humano para matar con tal facilidad y no sentir el menor remordimiento y con el agravante de que un animal no puede defenderse ni está a la par con el victimario y que las autoridades premien un acto tan atroz?
El 7 de julio de 2012 prominentes científicos en la rama de la neurociencia proclamaron en Cambridge la Declaración de Conciencia en los Animales no humanos, con esto declarando que el ser humano no es el único animal capaz de razonar y sentir emociones. Los activistas siempre esperamos que esta declaración científica, obvia para muchos, sea utilizada para proteger a los animales de conductas abusivas e inhumanas.
Asimismo, expertos en el área de la criminología han demostrado en innumerables ocasiones que quien es cruel con los animales también lo es con los de su propia especie. ¿Cómo podrían entonces los ciudadanos sentirse a salvo con un policía capaz de causar tanto dolor a un ser indefenso hasta matarlo?
No dejaremos de alzar la voz por las víctimas de la brutalidad sean de la especie que sean porque ante la violencia solo hay dos posicionamientos: la indiferencia que le da fuerza al opresor y la del activismo que exige justicia.
Ante un acto de crueldad, por favor, no permanezcamos en silencio.
Ara Ferris
Movimiento Consciencia
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